10 de Marzo de 2016

Tú que te creías
que todo lo sabías
de los verbos y su modo,
yo no me lo creo todo.

Si hay un niño caprichoso,
te pones muy nervioso.
Si la lección es complicada,
debe quedar terminada.

A veces no sabemos,
pero aprender todos queremos.
Eres joven y estudioso,
espero que seas muy dichoso.

Y que llegues a los ochenta,
luego dirás, "no me salió la cuenta";
cuesta muchos suspiros
que no vemos siendo niños.

Te lo digo con cariño,
porque te veo aún muy niño.
Tengo experiencia de abuela,
pero no por mucha escuela

Tú que creías
que todo lo sabías:
no tienes bigote,
pero eres guapetote.

Alejandro, un chico licenciado

Vale, no es el Marqués de Santillana ni es Garcilaso. No es Góngora, no son Quevedo ni Meléndez Valdés; no es Ramón de Campoamor ni tampoco es Bécquer. Puede que Machado jamás escribiese algo así, que Lorca huyese cruzando el charco al leerlo o puede que Gil de Biedma llorase lágrimas amargas contemplando estos versos; pero es Matilde Álvarez (y le estaré eternamente agradecido).

Y mañana será otro día...

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